Con la memoria de los hermanos de mayor edad de la Hermandad podemos «a duras penas» remontarnos en el conocimiento del pasado, a los primeros años de este siglo. Para alcanzar más en el tiempo e intentar llegar a las últimas décadas del pasado siglo, necesitamos la ayuda inestimable de los documentos.

El análisis sistemático y riguroso de algunos de éstos, nos ha permitido emprender la reconstrucción de uno de los apartados importantes de una Hermandad: el aspecto que presentaba el altar de la hermandad donde se veneraban sus imágenes titulares.

A finales del pasado siglo se redactan varios documentos en los que podemos obtener valiosa información sobre este tema. Encontrarlos no ha sido nada fácil y transcribirlos y analizarlos ha sido labor de largo tiempo, pero ha tenido el feliz fruto, que aquí mostramos a todos los hermanos.

A finales del siglo XIX el altar de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús, como se le denomina en los documentos consultados, estaba situado en el lado derecho de la Ermita de San Sebastián.

Contaba el altar con un retablo de madera pintada. Delante del retablo se situaba la mesa de altar con un ara y cubierta con un «hule». En la mesa se situaban dos atriles para lecturas sagradas, una cruz con crucifijo de metal y dos candelabros de metal que alumbraban la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Además, de los candelabros, en la pared se encontraba una lámpara de metal, propiedad de la Hermandad, para la iluminación general del altar. Junto al altar se situaban en la pared tres cuadros de formato apaisado de un tamaño aproximado de media vara. Según la documentación, uno de ellos se encontraba muy deteriorado.

Delante del altar, se situaban, un púlpito de madera para el predicador y dos bancas de madera para los fieles. Este era el aspecto que presentaba el altar de la hermandad en las últimas décadas del pasado siglo.